Los códigos
bidi (también llamados códigos
QR) han poblado marquesinas, tarjetas de visita, museos e
incluso cementerios, pero es un recurso muy poco
utilizado como fuente de información que responde más bien a un alarde de
modernidad.
Un código bidi es
una matriz cuadrada de píxeles blancos y negros con tres cuadraditos que
almacena información en forma de bits. Para acceder a esos datos, el usuario
tiene queescanear esa imagen con una aplicación que previamente ha
tenido que descargar en su teléfono móvil inteligente.
Su presencia en publicidad es habitual, aunque hay propuestas más
curiosas con códigos bidi como incluirlos en lápidas para aglutinar información
audiovisual sobre un difunto, añadirlos al final del capítulo de una novela
para aportar contenidos adicionales o darles forma de collar para que un
usuario lleve siempre encima sus datos vitales.
Fuentes de la Dirección de
Nuevos Negocios de Telefónica España se apoyan en datos de la asociación de
publicidad IAB para sostener que la adopción de los bidi está siendo "muy
positiva" y su implantación
comienza a ser "masiva".
Según IAB, el tráfico generado
por la captura de estos códigos ha crecido un 550% en el último año, el 40% de
la población española los conoce y un 20%
los ha utilizado en
alguna ocasión.
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